miércoles, 11 de julio de 2012

Transición.

Sí. Tendrás conmigo los momentos más extraños de toda tu vida. Los más insospechados, los más lejanos e inciertos. Yo soy así, una simple desconocida para todos mis conocidos. Una simple desconocida para todos los seres, incluída yo misma. Cuando crucemos la esquina juntos en verdad estaremos transitando a otra era, otro lugar, e incluso otro universo. Cada pisada será la última y la primera, cada suspiro será como si no hubiera existido, y el más mínimo detalle se convertirá en el mayor de los hechos relevantes. La noche durará todo nuestro día, y el camino de arena hacia el mar se convertirá  en tierra mojada y espumosa hacia el sinfín de la tierra. Los aullidos del bosque nos despertarán de nuestros sueños y más allá del horizonte, a lo lejos, nos estará esperando un nuevo destino para volver a convertirnos en otras personas, en lo que más anhelamos y en aquello que siempre deseamos ser pero que nunca llegamos a alcanzar. Después de todo eso, cuando el crepúsculo absorba toda nuestra mente, solo veremos muerte, y después de haber alcanzado la felicidad, en ese instante, descubriremos que tras la vida sólo hay más camino por recorrer, y comenzaremos de nuevo con esas pisadas que se esfuman a lo lejos dejando una corta estela de nuestras esperanzas.

Ir y venir. Simplemente eso.



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