lunes, 23 de julio de 2012

Insomnio.

A veces, enredando con el ordenador y mis viejos discos duros, encuentro escritos míos, como los que he publicado anteriormente. Hace días me puse a leer la narración en la que más parte de mí he dejado, y en sus primeras páginas hay un párrafo que, cada vez que lo leo, se me emborronan los ojos de las lágrimas, y más en estos momentos de mi vida, en los que las pesadillas invaden todas mis noches. 
Vitalismo. Decepción. Comienzo. Valentía. Riesgo. Desengaño. Esperanza. Hablar sobre eso es maravilloso.

"No se trataba de algo más que otra oportunidad. Segundas ocasiones. ¿Casualidades de la vida?. Quizá coger cosas así y subirse al tren puede despertar el verdadero espíritu que se lleva dentro, que está dormido con el son de las circunstancias pésimas de nuestro camino. Debería alzar las manos e intentar tocar las nubes con ellas. Tirarse a la piscina, con ropa, o sin ella. Y nadar, bucear. Sentir el agua helada en la piel y despertarse. La vida al fin y al cabo no es más que otro sueño difícil de creer.
Y seguir buceando, hasta quedarse sin aire. Sentirse fuera de todo pero dentro de uno mismo. No pensar en nada; mirar a alrededor y verlo todo tal y como uno quiere verlo. Sin convenciones, ni miedos. Sólo empezando desde cero cuando se presenta la oportunidad. Y ya, cuando verdaderamente te estás ahogando, abrir los ojos."

        
            Gracias.

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