Mi madre escribía de vez en cuando en una libreta algunas frases, o textos, que
le daban fuerza. Uno de los textos está incompleto, pero perdura el
final.
"No
dejes que se oxide el acero que hay en ti. Haz que en vez de lástima te tengan
respeto. Cuando por los años no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar,
camina".